EL VESTIDO ROSA


Ahora que es verano los días en el pueblo se hacen larguísimos, y con el calor, todo el mundo se encierra en sus casas hasta que cae la tarde; entonces, con el crepúsculo, todos salen a las plazas, los niños a jugar, los ancianos a charlar, las mujeres a parlotear con las vecinas, y los mozos a mirar y a sonreír a las muchachas.

Yo, que siempre he sido un poco solitaria, prefiero escaparme y venir a sentarme aquí, en la cuesta que sube a la ermita, donde corre más el viento y se está más fresquito, y donde descanso un ratito después de todo el día trabajando. Vengo sola, cuando en la casa ya nadie me echa en falta, porque nada queda por hacer: la ropa está planchada, la vajilla reluciente y bien colocada y todas las habitaciones ordenadas, barridas y fregadas. Los niños ya están bañados y la cena, preparada.

Desde aquí, mi pueblo blanco se ve al pie del cielo, un cielo a ratos morado, a ratos rosa, a ratos azul… me gusta este cielo apenas sembrado de algodones desperdigados, apenas raspado por la enhiesta torre de la iglesia mayor.

Rodeado de pinos, de encinas, de castaños y de olivos, en mi pueblo los balcones empiezan a oler a jazmín y a dama de noche… casi puedo sentirlos desde aquí.

El viento mece las ramas de los árboles, y refresca el ambiente caldeado del sol de todo el día. Una vez más, me lamento por no haber traído algo para cubrir mis hombros, y al mirarme me doy cuenta de lo distraída que soy, que con las ganas de escaparme hacia aquí me he dejado hasta el delantal puesto sobre el vestido rosa. Ahora que lo veo, tampoco queda tan mal sobre él… será porque al fin y al cabo no es el vestido de una reina, y no tiene ni dorados ni bordados ni encajes ni nada de nada; es un simple vestido de tela rosa, un poco gastado, pero que a mí me gusta.

Tampoco mi pueblo es una gran ciudad, pero a mí me gusta; y tampoco yo soy una gran dama, pero con mi vestido y mi pueblo, aquí sola en el camino hacia la ermita, me siento feliz.


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Pintura: "El Vestido Rosa", de Frédéric Bazille.

Texto: Esperanza

4 comentarios:

A.Dulac dijo...

Aunaste pintura y texto,desbordaste imaginación y supiste sujetarla en la conclusión final dándole un toque de modestia que a buen seguro Bazille aplaudiría pues es una bella historia la que has urdido.
GRACIAS POR VISITARME Y POR TU COMENTARIO.
Biquiños de A.Dulac

Esperanza dijo...

Muchísimas gracias por tus palabras, A.Dulac... me alegro de que te haya gustado, y de que haya conseguido transmitir eso, modestia, sencillez... en medio de todos los quebraderos de cabeza que nos trae la vida de cada día, es tranquilizador pensar en esa muchacha que se siente feliz por algo tan sencillo, tan simple, y tan hermoso, sin necesitar nada más...

Un abrazo :)

Sylviane dijo...

Me encantaría estar en ese lugar.
Besitos,
Silvia.

RosaMaría dijo...

Esta prosa de poeta en primera persona es todo un acierto, desde el cuadro emanan los pensamientos de la mujer de rosa que posiblemente fuiste en alguna época mientras el artista pintaba esta belleza. Besos cariñosos

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