HOY NO HABRÁ SUERTE



El otoño se intuye al doblar cada árbol, cada esquina del parque. Una hoja, dos hojas, tres hojas. Un montón de hojas juntas en el suelo, amarillas, marrones, claras, oscuras, alfombra donde crujen ruidosas mis tímidas pisadas. He venido muchas veces antes, en mis mejores tardes, pero hoy es evidente que no habrá suerte.

Las musas son muchas, no tres como nos dijeron. Abundan entre ellas las que tienen la piel resplandeciente de nácar esmaltado, del tacto suave del que debieran ser las nubes, envidia de las mujeres vulgares. Las musas son siempre delicadas y etéreas, y, según mi experiencia, son sociables, pacíficas y afables la mayor parte de las veces. Cuando están de buenas, pueden ser las criaturas más adorables que existen sobre la tierra.

Hoy, sin embargo, no las reconozco, tal como las veo castigándome con su indiferencia. Mi saludo se vuelve inútil: ninguna cara, ninguna sonrisa se dirige hacia mí. Todas me han sentido, pero todas me ignoran, y renuncian a interrumpir la calma de lo que cada una va haciendo, da lo mismo que sea limarse las uñas con esmero –musas coquetas, al final casi mujeres-, murmurar muy bajito, o vagar entre los árboles de dos en dos, confesándose a saber qué secretillos. Todas prosiguen sus tareas, distantes, inalcanzables, recordándome que mi presencia ni les va ni les viene, sencillamente, les da igual: ya no soy su amigo.

¡Qué idiota! ¿Cómo pude hacerlo? El otro día intenté secuestrar a una musa, si es que así se puede decir. ¡Necesitaba tanto una idea! La novela va peor a cada día, sin salida. Encima, no encuentro más que epítetos previsibles y aburridos: labios… rojos, ojos… brillantes, lágrimas… cristalinas, ¡corazón roto! ¿A quién le interesan cosas así?… el asesinato de Horacio no ha resultado intrigante, sino sencillamente ridículo. Los personajes son marionetas estereotipadas, sacudiéndose entre sus casualidades inverosímiles, mirándome malhumorados desde el otro lado del papel a cada letra que escribo, inquiriéndome qué será lo próximo que tengan que soportar.

En esas estábamos un día cuando entró por la ventana, como un pajarillo descarriado demasiado joven para volar, una musa despistada. ¿Cuánto tardaría otra en llegar?, pensé. Hacía tanto tiempo que no venía ninguna, que a esta no podía dejarla ir (¡estúpido de mí!). Rápido y decidido yo, y ella todavía confusa, sin darse cuenta de que se había equivocado de escritor, mirando horrorizada mis dedos como garfios clavados en sus níveos brazos, y yo como un loco casi gritando, preguntándole qué hacer con la novela. ¡Plas! La musa se evapora, flotando en el aire un momento más sus ojos indignados e interrogantes y en mis dedos ardiendo su promesa firme de no volver jamás. Luego, de nuevo, solo frente al papel blanco, cabizbajo y enfurecido, sobre todo conmigo mismo: a las musas jamás se las puede forzar, ellas vienen cuando quieren, si es que vienen, y solo si ellas quieren empiezan a hablar.

Así es que por mi culpa hoy no se arremolinarán jubilosas en torno a mí, susurrándome una imagen brillante, un camino nuevo en la encrucijada imposible, un algo revelador a nadie jamás ocurrido; no sacarán a pasear sus palabras para que jueguen conmigo, ni traerán a mi mente los recuerdos de los que a veces escribo. No caminarán junto a mí, mostrándome la cadencia de las sílabas, el ritmo secreto de las frases del que nadie se da cuenta, pero que para siempre ahí queda. Hoy ninguna de estas cosas harán, porque todavía tengo que pagar mi ofensa, pero, ¡ay! ¿serán alguna vez capaces de perdonar?



___

Pintura: Las musas (Les muses), Maurice Denis.

Texto: Esperanza.

4 comentarios:

A.Dulac dijo...

A las musas no hay que pedirles ayuda , sólo hay que dejarles un lápiz y un papel y...que lo pasen bien; y si quieren inspiración que te lean un poquito.
Biquiños de A.Dulac

A.Dulac dijo...

Felicidad para ti y los tuyos en este 2012.
Un abrazo de A.Dulac

RosaMaría dijo...

Estoy segura que después de haber leído tu texto volverán. Por aquí ni siguiera pasan, o seré yo la indiferente... quién lo sabe?
Felicitaciones amiga. Beso.

Silvia dijo...

Mmmmm esas musas son muy listillas, cuando las necesitamos, nos ignoran, y cuado no las buscamos, aparecen, sin más.

Un besito.

Olvídate de fechas, de etapas, de etiquetas.

Mira. Lee. Disfruta.

Vive el arte por el arte.