A LA SEMANA SANTA MALAGUEÑA



Ni un alfiler cabe ya en la calle.

La brisa del mar de la noche malagueña va y viene, va y viene sobre nuestras cabezas, impregnándose de olores –a incienso, a flores-, y acaba por fundirse en el calor de la multitud que espera, echada a la calle: unos, riendo y hablando sin parar, poniendo al día de todo lo ocurrido a quienes tanto tiempo llevaban deseando volver a ver; otros, en silencio, mirando atentos todo lo que por allí cerca ocurre. Así es como contemplan al nazareno que le da la mano al niño, o al que accede a darle cera de su vela en la bolita que va aumentando de tamaño desde el Domingo de Ramos; así se fijan también en el vendedor de almendras fritas y otras chucherías, o en quienes están asomados en los balcones, con los pétalos preparados para cuando llegue el momento; y hasta alguna mirada de envidia se escapa hacia las parejas de novios felices, que se cogen de la mano y sólo ellos se bastan, olvidados por un momento de las más de diez mil almas, por lo menos, que a su alrededor pasan.


La luna llena es un agujero blanco en medio del telón azul casi negro del que cuelgan las estrellas, un farol mayor que desde allí arriba ayuda a los otros farolillos de la calle a iluminar el sinfín de tonos que el pintor principiante estudia extasiado: desde el rosa dulce del algodón de azúcar hasta el blanco impoluto de los capirotes, desde el oro brillante de los estandartes bordados hasta el verde de los álamos centenarios… pequeñas piezas brillantes de un mosaico gigante del que es imposible no maravillarse.


El sonido de los tambores se escucha cada vez más cerca, y algunos empiezan a ponerse de puntillas, a adelantarse, a estirar el cuello. Una niña dice “ya se ve, mami”, y en un regocijo creciente, la tranquila espera se convierte en expectativa impaciente. Espontáneamente, las conversaciones se cortan y las miradas se dirigen todas hacia el mismo sitio. Ya se distingue la música de la banda, ya se escucha la campana del trono, ya Ella en su trono se va abriendo paso entre el gentío como barco mecido por las olas del mar, y cada vez se ve más cerca, toda vestida de blanco, Madre radiante, plena y majestuosa, Reina y Novia. De repente, todo parece pararse: ¿qué pasa? En medio del silencio, con voz honda, una mujer canta:


Del barrio de la Victoria,
rodeada de claveles,

derramando pura Gloria,

viene una rosa de nieve.


Madrecita del Rocío,

¡la de la blanca mantilla!

no he visto Virgen más guapa:

¡Novia de la tierra mía!


Y cuando termina su canto, la multitud emocionada estalla en aplausos, rendida, extasiada, el trono se levanta y, entre el crujir de los varales, el sonido de las campanillas, los piropos y los pétalos lanzados al aire, la Virgen pasa.





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Fotografía de la Virgen del Rocío.

Texto: Esperanza.

Fragmento de saeta, extraído del Pregón de la Exaltación de la Saeta, de Carmen Aguirre.



5 comentarios:

Algaire dijo...

Me encantó tu manera de describir esta procesión haciéndonos sentir el bullicio, las luces, los colores, los aromas y la música, fue como estar presente en ese momento en Málaga, Semana Santa tan diferente a la de mi tierra.
Buen fin de semana

Guiomar dijo...

Muchas gracias Algaire, me alegro un montón de que te haya gustado.

Cada sitio tiene cosas muy hermosas, y todas diferentes... yo he querido escribir sobre lo que llevo viendo desde que era pequeña en Semana Santa, porque me parecía un sacrilegio que pasaran estas fechas y yo no rindiera un pequeño homenaje a las emociones que se respiran en la calle, a esta forma de arte popular.

Pero no sé, yo creo que en la realidad es mucho mejor todavía; así que si quieres, la próxima Semana Santa te vienes a verla, que estás, por supuesto, invitada ;)


Un abrazo,
Esperanza

A.Dulac dijo...

La primera vez que la vi en tu tierra natal tenia 16 años y la verdad me impresionó, pero no por la multitud,ni los olores ,ni la grandiosidad que rodea todo sinó por la sensación que ELLA,miraba para cada uno de los que estaban allí.
La saeta me atravesó los sentidos como si formara parte de mi y me rendí a su sentimiento.
Esperanza ,tú, lo has descrito porque lo sientes y lo has sabido transmitir muy bien.
Un abrazo amiga mía y gracias por tu regalo.A.Dulac

Esperanza dijo...

Muchas gracias A. Dulac por tus palabras.

Me hace muy feliz poder compartir estas emociones, y más todavía, que alguien que las ha vivido las comparta también conmigo.

Un abrazo muy fuerte,
Esperanza

Algaire dijo...

Veo que no actualizaste, así que me limitaré a dejarte un saludo.
Un abrazo

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Vive el arte por el arte.