LA BUENAVENTURA



“Niña, déjame que te diga la buenaventura, que te veo tristecilla desde hace ya muchos días. Me parece a mí que sé de dónde manan tus dolores, de dónde brotan los pesares que te desconsuelan el corazón: dos estrellas del color del azabache veo prendidas en tu cara, negro sobre negro, con el brillo que antes tenían ahogado por las lágrimas. Vas penando en tu soledad por la compañía añorada, por los besos robados que huyeron de ti. Presiento que cada segundo viviendo con la ausencia es como una losa pesada sobre tu alma. No intentes engañarme, bonita, que las cuitas de los amores bien me las conozco yo.
Pero, descuida, no habré venido para apesadumbrarte todavía más, ¡mal rayo me parta si eso es lo que consigo! Vengo a decirte las buenas cosas que el sino trae para ti: todas ellas las he visto y contártelas ya quiero, que ni un momento más merecen tus sufrimientos. He preguntado a la luna, al sol, a todos los astros del firmamento, hasta a algún espíritu he debido importunar para conocer tu destino, y todos me han dicho lo mismo. Mira la carta que te muestro, muchacha, ¿sabes lo que significa? Es el amor verdadero, constante y para siempre, el que vence el desaliento y más fuerte se vuelve con el tiempo. Es el hombre apuesto y galán, que besará la tierra que pises, que traerá la dicha a tu alma, a tu cuerpo, a tu casa, que te colmará de presentes, de caprichos y satisfacción. Con él, ni acordarte podrás de los tiempos en que sufrías por la zozobra en el amor. Tranquila puedes estar, que tus congojas terminarán, ¡y muy pronto! ...Pero, niña, ¿me estás escuchando? ¿No te alegras por lo que te digo? Verdaderamente parece que no, cuando así te veo, ausente, los ojos clavados en el suelo, sin dignarte siquiera a mirar lo que te muestro. Habrás de saber entonces que mi arte nunca falla. Empiezo a arrepentirme de perder el tiempo, viendo que así me despachas, ¡pues mal me cae tu desprecio!”.
“No te desprecio, mi buena amiga. Perdóname por ser desagradecida, que sé que buenas son tus intenciones, pero más pesan mis razones para detestar lo que me dices. Yo no quiero el futuro que me auguras y con gusto se lo cedo a otra que mejor lo anhele. Rechazo ahora mismo al caballero que haya de venir y de traerme, como tú dices, la buena ventura, porque no creo que tal cosa pueda existir para mí faltándome la presencia del único al que quiero. Del hombre que me presentas reniego los cariños, los regalos, el cortejo, reniego de todo él, por no ser quien yo quisiera: ese será su delito, a pesar de su inocencia”.


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En homenaje al Museo Thyssen Málaga, inaugurado el día 24 de marzo de 2011.
Pintura: "La Buenaventura", de Julio Romero de Torres, Museo Thyssen Málaga.
Texto: Esperanza

4 comentarios:

Laura C.H. dijo...

Ya era hora de que actualizaras :P Bueno, más vale tarde que nunca. A ver si un día le echamos un vistazo al Museo Thyssen, que la verdad es que me interesa ver cómo es y esas cosas. ¡Un besito guapa! :)

A.Dulac dijo...

Buen diálogo entre el querer inocente y la hacedora de "sueños".
Te mueves al compás del cuadro o ...el cuadro al compás de tu narración, de cualquiera de las maneras ambos están bien; de acuerdo con Laura en que hay que actualizar más a menudo,ja,ja,ja...un biquiño de A.Dulac

Guiomar dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios, yo también se que escribo muy de tarde en tarde, pero es que este año me impide hacerlo con más frecuencia, y de verdad que es lo que más coraje me da, porque escribir es lo que me gusta de verdad :(

Pero bueno, mirando el lado bueno de las cosas, siempre está bien que alguien lo eche en falta.

Muchos besos,
amigas,

Esperanza

Algaire dijo...

Un relato estupendo como es habitual en ti y que viene a corroborar eso que pasa muchas veces con el amor:
"al que me dan no lo quiero y quiero al que no me dan"

Me encanta que hayas vuelto a publicar.

Un abrazo

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