Sigue leyendo, no pares. No dejes que tu cabeza te traiga de vuelta a la estancia en penumbra, devolviéndote a la fría y desconcertante espera de largas horas ya transcurridas. No permitas que tus ojos se posen de nuevo en el reloj desgastado de tanto mirarlo, que sin piedad se va acercando a la medianoche.
Mantente concentrada en las páginas amigas, confidentes, que sobre la blanca cascada de volantes van pasando una a una, llevándote de la mano, presurosas, a un mundo nuevo de romances, sueños, alegrías y muchas otras cosas a ti vetadas esta noche.
No temas, pues sus letras te distraerán sin desesperarte. Te acompañarán con voz dulce, comprensiva, sin enredársete en las manos con malicia, como hacen esos hilos detestables, que una y otra vez se hacen nudos y reclaman insistentes una pericia inexistente en ti, recordándote inclementes que, para cualquier cosa menos para leer, eres un poco desastre. Es verdad: tanta malicia merece tu enfado.
Lee y, de paso, olvidarás, que es lo que tienes que hacer: olvida a aquél en quien has estado pensando todo el día, por el que no has dormido en toda la semana, del que has creído haber estado enamorada toda la vida. Borra para siempre de tu mente a ése en quien pensabas al ponerte tan hermosa, a ése por el que has suspirado y reído y respirado, a ése que primero cultivó y ahora corta con su ausencia, una a una, las tiernas ilusiones en ti florecidas.
Mañana encontrarás consuelo en tu madre, en tus amigas, en tu hermana. Pero esta noche, no estés sola: que a tus ojos no asome una lágrima, que tu corazón no sufra por esta mala tarde. Por eso, sigue leyendo, no pares.
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Pintura: Mujer joven leyendo (Jeune femme lisant), de Alfred Stevens.
Texto: Esperanza
Mantente concentrada en las páginas amigas, confidentes, que sobre la blanca cascada de volantes van pasando una a una, llevándote de la mano, presurosas, a un mundo nuevo de romances, sueños, alegrías y muchas otras cosas a ti vetadas esta noche.
No temas, pues sus letras te distraerán sin desesperarte. Te acompañarán con voz dulce, comprensiva, sin enredársete en las manos con malicia, como hacen esos hilos detestables, que una y otra vez se hacen nudos y reclaman insistentes una pericia inexistente en ti, recordándote inclementes que, para cualquier cosa menos para leer, eres un poco desastre. Es verdad: tanta malicia merece tu enfado.
Lee y, de paso, olvidarás, que es lo que tienes que hacer: olvida a aquél en quien has estado pensando todo el día, por el que no has dormido en toda la semana, del que has creído haber estado enamorada toda la vida. Borra para siempre de tu mente a ése en quien pensabas al ponerte tan hermosa, a ése por el que has suspirado y reído y respirado, a ése que primero cultivó y ahora corta con su ausencia, una a una, las tiernas ilusiones en ti florecidas.
Mañana encontrarás consuelo en tu madre, en tus amigas, en tu hermana. Pero esta noche, no estés sola: que a tus ojos no asome una lágrima, que tu corazón no sufra por esta mala tarde. Por eso, sigue leyendo, no pares.
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Pintura: Mujer joven leyendo (Jeune femme lisant), de Alfred Stevens.
Texto: Esperanza
5 comentarios:
Preciosa imagen *.* Y el texto no se queda atrás ;) Aunque me gusta más el otro. ¡Un beso grande!
La lectura ayuda a evadirse de momentos "poco adecuados" y le permite a la mente viajar y crear .Buen texto y bello cuadro ,Esperanza sabes que me gusta lo que haces por todo ello amiga mía,gracias.
Un biquiñod e A.Dulac
Me encantó, son destellos de palabras y emociones, te felicito.
Te invito a que visites mi blog.
Saludos cordiales de Valeria.
ooohh me encanta Espe, es muy emotivo ** sabes llegar al corazón de las personas.
¡¡Besitos guapi!!
¡Gracias!
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