LA ODALISCA



Verdaderamente ser odalisca no es sacrificado.

Una no tiene que fregar ni cocinar ni comprar en el mercado, ni tan siquiera soportar a un marido celoso, como hacen las mujeres del populacho. Una puede permitirse el lujo de pasarse el día vagando por las habitaciones del gineceo, cotilleando o contando historias verdes, con el eunuco o con las otras del harem -tan odiosas y envidiosas la mayor parte de las veces-, bañándose, perfumándose, cepillándose el cabello. Y algunas noches viene el señor a visitarnos, aunque cada vez menos, ahora que el pobre se va haciendo viejo.

En fin… podría pasarme todo el día aquí tumbada, sin preocuparme de vestirme siquiera -¿por qué, para quién debería vestirme?- dejando que el calor del sol que entra por la ventana me envuelva y me embriague, confundiéndome y dejándome dormida a ratos, haciéndome soñar con tardes eternas y diáfanas, larguísimas… o manteniéndome despierta, con mis pensamientos yendo de allá para acá, como abejas zumbando de una flor a otra.

Desde hace unos días esos pensamientos están llenos de joyas, de lujo, de belleza, de aromas del jardín y de los cuerpos hermosos, de noche estrellada y de música insinuante… y de risas y coquetería y de juegos de miradas. Es la fiesta del próximo mes. Vendrán príncipes, sultanes, emires, ¡hasta emperadores! Y yo imagino mi entrada entre todos ellos, con ese caftán nuevo de seda azul y bordados de oro en los puños que compré el otro día, que nada más verlo lo quise para mí.

El caftán ayudará, y el khol dará más brillo a mis ojos. Además, llevaré los brazaletes con rubíes que trajo el otro día nuestro amigo, el mejor orfebre del país. Esa noche estaré deslumbrante, sin duda. Porque aunque ya haya dado un hijo, tengo las carnes prietas y firmes y gracias a Alá, conservo mis gloriosas curvas. Bailaré y cantaré y hablaré con todos, y despertaré las envidias y pasiones de mujeres y de hombres a partes iguales. Dejaré claro quién es la más bella, la más culta y refinada, de las odaliscas de este harem. En estas cosas pienso, sí…

Toca algo para mí, Abdulhasif.

El eunuco ha comenzado a acariciar suavemente su laúd. Lo rasguea y lo puntea, y las notas de las cuerdas se entremezclan con el borboteo de la fuente del patio. El sol de mediodía caerá plomizo sobre las calles blancas y estrechas de la ciudad, allá fuera de los muros y celosías de palacio.

Las mujeres en sus tristes casas, en sus vidas prosaicas, estarán atareadas friendo las almendras, preparando el cordero, sirviendo el té.

Yo, mientras tanto, no tengo nada que hacer: sólo soñar y esperar la fastuosa fiesta del mes que viene.


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Pintura: "La Odalisca", de Mariano Fortuny.

Texto: Esperanza



5 comentarios:

Leodegundia dijo...

Un bello relato que describe el sentir de la protagonista del cuadro.
P/D Ya publiqué el artículo sobre Elizabeth Thompson.

Esperanza dijo...

¡Gracias Txemita! Me alegro de que te guste el blog, más si dices que te gusta el arte.

Por otra parte, gracias por el enlace: lo tendremos en cuenta si queremos comprar un libro de arte :)

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Una amena conversación con una obra de arte da lugar a otra literaria,buen blog,saludos.A.Dulac

Esperanza dijo...

Gracias A. Dulac por tu comentario!

RosaMaría dijo...

Pensamientos de odalisca acertados. Los padres recibirían una buena dote también, así que tranquila por ese lado. Un dulce pasar que tal ves no todas tomen con ese realismo y tranqulidad.
Muy buen escrito para un excelente cuadro.

Olvídate de fechas, de etapas, de etiquetas.

Mira. Lee. Disfruta.

Vive el arte por el arte.